Uno de los dioses más antiguos de Egipto era
Jnum (cuyo nombre significa, literalmente,
moldeador), que se veneraba especialmente en la ciudad de
Esna (la
Latópolis de los griegos), capital del
Alto Egipto.
Según la
tradición (que se puede rastrear remontándonos a 3.000 años a.n.e.),
Jnum no solo creó (junto a
Ptah y bajo la dirección de
Tot) todo el Universo a partir de una especie de
huevo primordial, sino que también fue el responsable de la creación de los seres humanos, modelándolos con arcilla sobre un
torno de alfarero. En dicho torno creaba tanto el cuerpo físico de las personas como el
ka, una de las esencias vitales de cada ser humano (la otra era el
ba, que a diferencia del
ka era espíritu puro, ya que el
ka tenía la forma del ser al que pertenecía, como una especie de
cuerpo astral). El
ka creado por
Jnum era lo que dotaba al ser humano de inmortalidad, y lo introducía en cada persona en el momento de nacer.
Cuenta la leyenda que
Jnum se cansó de tanto crear humanos y destrozó su
torno de alfarero en añicos, pero